Iniciamos el tiempo de Cuaresma, un periodo especial que nos invita a la reflexión, la oración y la conversión. Durante estos 40 días que nos separan de la Pascua, somos llamados a acercarnos más a Dios a través de tres prácticas fundamentales: la oración, el ayuno y la limosna. Es un tiempo para profundizar en nuestra relación con Él, renovando nuestro compromiso de seguir el camino de Jesús.
La Cuaresma es una oportunidad para reflexionar sobre el misterio de la salvación que Cristo nos ofrece. Es un tiempo de purificación, en el que podemos dejar atrás todo lo que nos aleja de Dios y, con su ayuda, renovar nuestra vida espiritual. A través del ayuno, no solo nos abstendremos de ciertos alimentos, sino que también nos llamamos a eliminar de nuestro corazón todo aquello que nos impide vivir plenamente el amor y la misericordia de Dios.
La oración es la clave para fortalecer nuestra fe en este tiempo de preparación. Os animamos a dedicar más tiempo a la oración personal, a participar activamente en las celebraciones litúrgicas y a buscar momentos de silencio para escuchar la voz de Dios que nos llama a la conversión.
La limosna, por su parte, es una manera concreta de vivir la fraternidad y la caridad, ayudando a los más necesitados. En este tiempo de Cuaresma, debemos abrir nuestros corazones a quienes sufren y necesitan nuestro apoyo, siendo generosos con ellos en la medida de nuestras posibilidades.
Os invitamos a participar en las actividades y celebraciones que hemos preparado para este tiempo de gracia, como las misas, el viacrucis y los retiros. Este es un tiempo para crecer juntos como comunidad, como discípulos de Cristo, y prepararnos para vivir con renovado fervor la alegría de la Pascua.
Que esta Cuaresma nos conduzca a un encuentro más profundo con Dios, transformando nuestros corazones y nuestras vidas en un reflejo de su amor y misericordia. ¡Que el Señor nos bendiga y nos guíe en este tiempo de conversión y esperanza!